El Diálogo
¿Os habéis preguntado alguna vez por qué es tan importante construir buenos diálogos en vuestras novelas? Seguro que sí. Y si lo habéis hecho, habréis llegado a la conclusión que el diálogo es puro dinamismo en la narración, y, además, es una de las formas narrativas más creíbles para los lectores; o dicho de otra manera, la que les llega más directamente. Y es que con los diálogos les damos la oportunidad de escuchar directamente a los personajes. Y, claro, escuchando, escuchando, el lector acaba conociéndolos y sabiendo muchas más cosas de ellos.
Sin embargo, como todo en esta vida, también el diálogo narrativo puede perder sus buenas cualidades si se usa mal , o si está mal hecho. Entonces, el dinamismo puede quedar diluido y el lector puede perderse en un intercambio nada claro de parlamentos que seguramente sólo le aportarán confusión.
Si consultáis un buen manual de técnicas literarias seguro que encontraréis una serie de condiciones ineludibles para conseguir hacer buenos diálogos. Yo no acostumbro a leer manuales, lo confieso. Siempre me fío de mi intuición y, también, de los errores cometidos. No obstante, y para aquellos que empezáis , os diré lo que tengo en cuenta cuando escribo diálogos:
Que sean naturales: Dejemos los juegos de palabras y nuestro dominio de las figuras literarias para otras ocasiones. El diálogo que no es natural cae por su propio peso. Y para ser natural entiendo que cada personaje debe hablar según su condición, tal y como le oiríamos hablar en su propio ambiente. Un personaje infantil que habla como un filósofo desconcierta al lector. No le cree. Del mismo modo que el personaje que está enfadado, no debe expresar su enfado en una parrafada de diez líneas. Basta, muchas veces con una sencilla exclamación. Por lo tanto, tendremos que adecuar el diálogo al ambiente, edad y a otras condiciones del personaje, y también tendremos que tener en cuenta qué sentimientos expresa, en qué estado emotivo se encuentra.
Que tengan fluidez: Es decir, que no se atasque. Que esté acorde con la situación. No es lo mismo el diálogo de la novela policíaca (pensemos en el interrogatorio policial, rápido y conciso) que el de dos enamorados que se descubren mutuamente sus sentimientos (y no tienen prisa en acabar).
Que sea progresivo: Cada frase debe provocar una respuesta en una ágil secuencia de causa / efecto. De otra manera podemos caer en la confusión.
Podría seguir, claro. Pero me gustaría concluir con un pensamiento que siempre me ha funcionado cuando escribo diálogos: pensad que los que se tienen que lucir en los diálogos son vuestros personajes, porque si intentáis luciros vosotros, es casi seguro que en vuestras novelas acabará habiendo una sola voz: la vuestra.
Comentarios